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martes, 13 de junio de 2017

A propósito de la infraestructura científica y tecnológica en el Perú

El Perú debe retomar el esfuerzo de crear la Infraestructura científica y tecnológica que, planteado modernamente desde la década de 1860, fue cancelado por la infausta guerra geopolítica del Pacifico (1879 – 1883). Los posteriores intentos de relanzar esta infraestructura fracasaron, tanto por el contexto externo hostil, como por la desorientación ideológica y los intereses creados.  En las décadas de 1860 y 1870, el proyecto nacional republicano de los Presidentes José Balta (1868 -72) y Manuel Pardo (1872 – 1876), ambos asesinados, inició la implantación de las instituciones científicas, tecnológicas y educativas, unidas al proyecto de los ferrocarriles bioceánicos, con la creación del Cuerpo de Ingenieros para lanzar la construcción de los ferrocarriles peruanos, y posteriormente, la reforma de la Universidad de San Marcos, la creación de la Escuela de ingenieros, de la Escuela de Agricultura, la Escuela de Minas, y la primera Ley de Instrucción Pública.
Este primer esfuerzo dió lugar al sistema de la educación superior pública actual (San Marcos, Universidad de Ingeniería, Universidad Agraria, y todo el sistema nacional), que, pese a la crisis de la cual está saliendo progresivamente, constituye el alma de la infraestructura científica y tecnología que el Perú necesita, junto con los ahora lánguidos Institutos públicos de investigación, adscritos a los ministerios o autónomos, como el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), la Comisión Nacional de Investigación Aeroespacial (CONIDA), del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP), del Instituto del Mar del Perú (Imarpe), del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), del Instituto Nacional de Salud (INS), y muchos otros, coordinados en un Sistema por el ente rector, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
Pero lo cierto es que, si los países desarrollados, de la OCDE, como referencia, (ver Gestión) aplican el 2.4% en investigación científica y desarrollo tecnológico, y el promedio en América Latina es de 1.75%, en el Perú llega sólo a …. ¡0.12% del PBI! Es decir, una veinteava parte de la proporción que asignan los países desarrollados. Junto a ello, la ausencia de una política industrial y un planeamiento estratégico del Estado, impide articular los esfuerzos con la empresa privada.
Pero, siendo el diagnóstico tan preciso, sabemos lo que tenemos que hacer. ¡Manos a la obra!

11 de Junio de 2017

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