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viernes, 5 de febrero de 2021

Un sistema de crédito si industrializa, un sistema monetario, no.

Aunque hemos avanzado la idea a lo largo del blog,  (ver también post 2) lo que se dirá ahora va directamente contra el pensamiento dominante “económico” actual. Es bueno advertirlo, estimado lector. Pero por supuesto que lo presente fué planteado por el primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos,  Alexander Hamilton, y desarrollado en su concepto actual por el economista de la misma nacionalidad, Lyndon LaRouche, y la organización que lleva su nombre.

Sistema monetario es lo que tenemos con el sistema de reserva federal o el Banco Central de Reserva, o similares en el hemisferio. Sistema de crédito es aquel del primer y segundo banco de los Estados Unidos, establecido el primero (1792 – 1981) por Hamilton,  y posteriomente por los nacionalistas norteamericanos, incluyendo las políticas de crédito usadas por Abraham Lincoln y F.D. Roosevelt, con la emisión de los billetes “greenback” el primero o la Corporación Financiera de Reconstrucción el segundo. En la actualidad podríamos decir que China está mucho más cerca de un sistema de crédito que a un sistema monetario.

Ambos sistemas tienen un elemento común: la emisión monetaria. Pero luego todos son diferencias: mientras el monetarismo emite dinero para preservar el valor del mismo para los más adinerados, el sistema de crédito emite dinero para garantizar el financiamiento de la producción futura y su mejora en productividad. El monetarismo privilegia el pasado, el “valor acumulado” en el dinero registrado en el presente,  pero ignora el valor real a generarse en el futuro, con las mejoras e innovaciones que el crédito va a generar. Porque el crédito en el sistema de Hamilton y LaRouche está dirigido a las mejoras internas y a las innovaciones, es decir, al incremento en primer lugar de la productividad del trabajo con la infraestructura y la tecnología.

Cuando el sistema de crédito emite dinero, en su forma de papel moneda público, otro invento norteamericano en que intervino Benjamín Franklin, lo hace guiado por la ciencia, en su expresión de “politécnica” como lo explicaba Leibniz.  Es decir, el crédito era rentable porque incrementaba el producto por las mejoras incluidas. Lo que se financia en una inversión son las mejoras, que son las que generan la rentabilidad y con ello la mejora de las condiciones de vida futura de las generaciones humanas.

Viéndolo bien, la mejor ejemplificación del sistema de crédito son las Cuatro Leyes de LaRouche de 2014 para reactivar la economía y salvar las naciones, consistentes en: 1.- la reinstauración de la Ley –Glass Steagall de Roosevelt, con lo cual – imprescindible - se sanea el mercado financiero de la especulación y el privilegio leonino bancario; 2.- el Restablecimiento del Banco de los Estados Unidos hamiltoniano, 3.- Un programa de recuperación económica con el respaldo del gobierno y basado en la politécnica y 4.- un programa científico de avanzada auspiciado por el gobierno, incluyendo la fusión nuclear y el programa espacial, entre otros.

Aspectos razonables, pero, ¿posibles?

Bien. Nadie dijo que sería fácil ni inmediato, pero sí que son cambios imprescindibles, en medio de la peor crisis financiera global de la historia, agravada con el horror del coronavirus.

Usted, ¿Qué opina?

 05 de Febrero de 2021

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