Los diferentes actores sociales y
económicos y el propio sentido común han señalado recientemente las características
necesarias de la Reconstrucción de la infraestructura dañada por El Niño
costero, en el contexto de la brecha de infraestructura que se ha agravado.
·
Manejo integral de aguas, incluyendo su uso
agrícola, de consumo humano e hidroeléctrico;
·
Defensas ribereñas y construcción de drenajes –
tipo canales – vía -- en zonas urbanas;
·
Reforma urbana, con la reubicación de las
viviendas mal construidas en cauces de ríos y quebradas y en zona de riesgo en
general, incluyendo la construcción masiva de viviendas;
·
Reconstrucción de puentes y carreteras, con
nuevos trazos y uso mayor de túneles trasandinos,
·
Mejoramiento del transporte con ferrocarriles;
·
Reforestación de laderas; entre otros
Es obvio que, esta vez haremos
las cosas mejor, pues es claro que buena parte de la infraestructura destruida
estuvo mal proyectada o construida, o ya era obsoleta; mucha no recibió el
adecuado mantenimiento, como el caso de las represas de agua. Además, la Reconstrucción
debe ir acompañada de un verdadero Ordenamiento Territorial.
La infraestructura debe reconstruirse
bajo el concepto de las “plataformas económicas”, en nuestro caso, debe ser coherente
con los corredores de desarrollo e integración transcontinental bioceánicos. Es
decir, estamos construyendo las condiciones necesarias para el crecimiento y
desarrollo económico, estamos “produciendo productividad”; estos beneficios no
se ven en el corto plazo, ni en forma directa, ni en términos monetarios. Pero
si produce en un plazo mayor flujos de fondos adicionales, como mayores
impuestos debidos a la mayor producción y productividad, que permiten a la
larga una mejora de las finanzas del Estado, pero lo más importante, el
bienestar del conjunto de la población. (En la foto, los presidente regionales de la Mancomunidad Centro Pacifico Amazónico se reúnen para plantear los corredores de integración ferroviarios, el pasado 13 de abril en Huacho)
Es decir, el enfoque debe ser el
opuesto al enfoque bancarista y cortoplacista que introdujo a la evaluación de la
infraestructura el Banco Mundial y los bancos privados internacionales en las décadas
de los 70 en adelante. De hecho, los proyectos no pueden cargarse con los
leoninos intereses de la intermediación bancaria, ni trasladarse al ciudadano a
través de tarifas exorbitantes, como es el caso de muchas obras hechas por Asociaciones
Publico Privadas.
14.4.17
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