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viernes, 18 de noviembre de 2022

¿Renacerá la Cooperación Internacional para el desarrollo?

Con la noticia en los meses pasados del pedido de Argentina a unirse a los BRICS, llama a reflexión la posibilidad de retomar la verdadera cooperación internacional para el desarrollo, que se viviera durante las primeras “Décadas de desarrollo” propuestas por la Organización de las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, en el Perú, en los años 50 y 60, la cooperación internacional de gobierno a gobierno o de los organismos internacionales permitió la construcción de proyectos tan importantes como las centrales hidroeléctricas del Mantaro y Cañón del Pato, la irrigación Chira - Piura, la modernización de la carretera Panamericana, entre otros, sin los cuales el Perú seguiría siendo una del medioevo.

En efecto, después del desacoplamiento del dólar respecto a oro, en 1971, que dio fin al sistema original de Bretton Wood, y al sistema de paridades fijas de las monedas, lo que siguió fué la Crisis de la deuda del Tercer Mundo y casi paralelamente la crisis del petróleo, a mediados de la década de 1970, la Cooperación Internacional para el desarrollo se desplomó. Lo que vino después fueron las “décadas pérdidas”, en especial la de 1980; la estanflación en toda América Latina. Dado que la cooperación internacional era también un ingreso de divisas esperado por los gobiernos de la época para importar productos vitales, la abrupta cancelación de esta cooperación se convirtió por el contrario en el terrible problema de la deuda externa, que no solamente canceló los proyectos de desarrollo, a través de las políticas de austeridad del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, sino que introdujo una horrible recesión en todos nuestros países, provocando situaciones tan graves como la migración forzosa de millones de ciudadanos, el incremento del narcotráfico, la presencia de la violencia política que costó millones de vidas, y la creación de amplísimos sectores de pobreza extrema.

Recuperación. Fue por eso crucial qué a partir de la década de 2010, cuando la mayoría de los países de la región empezaron a firmar acuerdos del libre comercio con China y otros países de Asia Pacífico, mediante la APEC, que se crea una demanda muy estable para nuestros productos de exportación. China se convirtió además en el principal inversionista extranjero en Sudamérica, invirtiendo en petróleo, minería, energía, construcción, infraestructura y transporte.

Más aún: a través de la iniciativa mundial china de Una Franja Una Ruta, comenzó la construcción de infraestructura en muchos países con él financiamiento y apoyo técnico de las empresas chinas. Por ejemplo, Ecuador construyó toda una red de hidroeléctricas con el apoyo financiero y tecnológico de China. Este aporte de comercio, inversión y cooperación de China creó un periodo de estabilidad relativa en un continente sumamente afectado por varias décadas de crisis global. Por ejemplo, los términos de intercambio de América Latina mejoraron en estos años con el enfoque chino de “ganar – ganar”.

Pero lo más importante de la cooperación de China con el desarrollo se vio parcialmente frenado el año 2016, cuando los gobiernos de Lima y Brasilia se negaron a avanzar la propuesta China del corredor ferroviario bioceánico Perú Brasil, qué China ofrecía financiar como una infraestructura en concesión. Mucho tuvo que ver con esto la actividad “diplomática” geopolítica de los Estados Unidos, que con una visión del siglo XIX vieron la prosperidad de América latina como una “amenaza”.

Hoy, los mercados financieros occidentales aparecen irremediablemente quebrados. Entretanto, las naciones organizadas por ejemplo en la Organización de Cooperación de Shanghái, o en los BRICS, o en la APEC, están mostrando un vigor que el Occidente no muestra más.

Es más: estos esquemas de integración están dándole forma a lo que muchos han llamado el Sur Global, una idea qué Helga Zepp LaRouche resalta como el rol del Movimiento No Alineado en un nuevo paradigma de relaciones internacionales, el así llamado espíritu de Bandung, aludiendo a la gran reunión de los No Alineados del año de 1955 en dicha ciudad de Indonesia. Fué en la reunión de los no alineados de 1976, en Colombo, Sri Lanka, qué Indira Gandhi presentó las demandas del Sur Global, que consistían principalmente en:

  • 1.       La suspensión del pago de la deuda de los países más pobres
  • 2.     Un nuevo sistema monetario universal para reemplazar al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
  • 3.       La creación de un nuevo sistema de crédito que debería se relacionado con el desarrollo global
  • 4.     Acuerdos de Comercio triangular entre el sector desarrollado, los países de la órbita socialista de entonces y los países más desarrollados de la OCD.

La propuesta de Indira Gandhi era casi idéntica a la propuesta del Banco internacional de Desarrollo del economista estadista norteamericano Lyndon LaRouche un año antes. Es esta misma propuesta actualizada la que se está imponiendo en la práctica como producto de la crisis financiera global de Occidente y el establecimiento de las sanciones en contra de Rusia China y otros países del sur global.

Con la única y crucial diferencia que ahora la mayor parte de la economía mundial reside precisamente en China, Rusia, Pakistán, India, Irán, Turquía, entre otros países que están trabajando incansablemente para reemplazar el sistema internacional del dólar.

Es en este contexto que debemos ver las perspectivas de desarrollo para nuestros países. En ello tenemos la buena esperanza.

17 de noviembre de 2022

Manuel Hidalgo

Nota: en la ultima foto se aprecia a Shri Kocheril Raman Narayanan, Presidente de India, con Ramtuanu Maitra, Lyndon LaRouche, y Helga Zepp LaRouche. En: https://www.thehindu.com/news/national/schiller-institute-calls-for-new-bretton-woods-to-end-war-economic-crisis/article65733943.ece

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