Por Manuel Hidalgo
Tras una década sin nuevos proyectos, el Gobierno brasileño ha autorizado
los estudios para construir 3 grandes centrales hidroeléctricas, ubicadas en la
Cuenca del río Tapajós en el noroeste de Pará, en la selva amazónica.
Se trata de los proyectos Jamanxin, de 881 megavatios, Cachoeira do Caí de
802 MW. y Cachoeira dos Patos, de 528 MW., las dos primeras, casi tan grandes
como la mayor central hidroeléctrica peruana. Estas centrales son parte del mas
grande complejo hidroeléctrico de Brasil, que incluye a las gigantes
hidroeléctricas Sao Luis do Tapajós, de 8040 MW., y Jatobá de 1650 MW. Este
proyecto fue suspendido en 2016, debido a los conflictos por los territorios
indígenas. Similar al caso del proyecto
hidroeléctrico peruano - brasileño de Inambari, en Madre de Dios, paralizado
también en 2011.
Un reporte de Dialogo Chino, una ONG británica que cita como su fuente
principal a la ONG ambientalista Instituto Clima y Sociedad de Brasil, revela
una cerrada oposición a los proyectos, y explica que con la construcción de la
hidroeléctrica de Belo Monte, inaugurada en 2016 por la presidenta Dilma
Rousseff, se marcó un final en la construcción de las grandes represas
hidroeléctricas amazónicas, iniciadas antes por el correligionario de Dilma, el
presidente Luiz inázio Lula da Silva.
La campaña contra las hidroeléctricas fue grande, incluyendo no solamente a
las bien financiadas ONG ambientalistas e indigenistas, sino también una denuncia
en la Organización de Estados Americanos, pese a los indudables beneficios de
las hidroeléctricas. El argumento central: “las represas cambian el curso
natural del agua, impactando la biodiversidad, la población de peces y la vida
de los pueblos en la Amazonia”. Pero, como siempre, la propia naturaleza cambia
muchas veces el curso del agua, ¡e igual los ecosistemas se adaptan! Claro, si
se trata de mantener a los seres humanos en el atraso, cualquier argumento es
bueno.
Los ambientalistas se espantan de que exista un gran interés de las
empresas chinas en Brasil (Ver
también en Perú) por la energía hidroeléctrica, pues de 63 plantas hidroeléctricas,
6 está en manos de empresas chinas. Aparte de las 32 hidroeléctricas en
operación en la Amazonía, hay 31 centrales que están siendo planificadas. Como una
muestra de creciente interés de China, se menciona adquisición de la
hidroeléctrica Santo Antonio, en el estado de Rondonia, fronterizo con Perú, por
parte de la Chinese State Power Investment Corporation (SPIC). Se concibe el interés
es creciente, y qué tanto, Lula da Silva como el presidente Bolsonaro, se han
mostrado a favor a las hidroeléctricas, lo cual ayudará a un cambio fundamental
en la orientación general.
Los ecologistas sostienen que los proyectos hidroeléctricos en la selva
baja obliga a desalojar grandes espacios de territorio para conformar las
represas, lo cual no ocurre en la selva alta, donde se ubican gran parte de los
proyectos peruanos, presentados en el Plan
Eléctrico Nacional de Santiago
Antúnez de Mayolo, y que también en el Perú representan una gran
oportunidad de desarrollo generalizado. Mas aun siendo Brasil el socio del Perú
en la conexión
bioceánica ferroviaria, priorizada por China en el contexto de una Franja
Una Ruta.
26-3-22