¿Es viable una economía con el 73% de empleo informal?
Lo pregunta un post en Facebook
de un comunicador peruano; y es la gran cuestión, en relación a la incapacidad
de la cuarentena, de detener el COVID 19. La mayoría de la población, con empleo informal, no tuvo la
capacidad de respetar la cuarentena, porque no tenía medios de vida, y debieron
salir a la calle, echando por la borda el distanciamiento social y ayudando a
la expansión de la pandemia.
Pero esta situación no es mala
sólo por la pandemia: lo ha sido siempre; solo que ahora se ve más claramente el
mal en una condición extrema. Migración forzosa, subalimentación, marginalismo
social y delictivo, son otras consecuencias de una situación causada por la
masiva desinversión en los últimos 50 años, de la que hemos hablado. La consecuente ausencia de un sistema
sanitario básico hizo el resto.
¿Porque nuestros países han
aceptado esta situación? Una población sometida la miedo creciente por la
crisis económica y de seguridad (subversión) ha ido cediendo su opinión y sus
derechos, confundida además por los birlibirloques
de los magos del libre mercado, como Hernando de Soto, auspiciadores de la
política de austeridad y de su dizque alternativa
para los desempleados, la economía informal” o el “autoempleo”, “emprendedorismo”; a la vez que la “apertura comercial” promovía el cierre
masivo de industrias livianas locales y la “austeridad”
provocaba el cierre o reducción de industrias pesadas públicas.
Aunado a la propaganda por la “economía
de servicios”, que, unido al autoempleo, aunque podrían representar aportes
marginales, no son ninguna alternativa a la industrialización pesada, como lo
entiende tan bien Corea del Sur y China. La industrialización clásica de
Estados Unidos y Europa sigue siendo un paradigma crucial.
Una economía basada en generación
eléctrica masiva, siderúrgia (acero), metalmecánica, industria química básica
y un sistema ferroviario en todo el territorio, que Santiago Antúnez de Mayolo
y algunos gobernantes antes de los años
70 promovían, es posible.
La formación de empresas modernas de capital básicamente nacional es una necesidad impostergable, para lo cual se necesita por supuesto una planificación dirigista de un gobierno patriótico, con la cooperación indudable del sector privado, para una construcción económica – más que una recuperación -- plena en nuestros países, conforme a las posibilidades que franquea la iniciativa de Una Franja Una Ruta.
16.07.2020