Los proyectos de irrigación generados entre los años 40 y 70 contribuyeron a mejorar la tenencia de la
tierra para la población; pero, como resultado de la privatización de estos
proyectos (vía concesiones - APP), las nuevas irrigaciones – como Chavimochic, Olmos, o
Chinecas – han sido aprovechadas casi en exclusividad por grandes grupos
económicos, como los Grupos Romero, Gloria o Wong. A eso se une la
Contra Reforma Agraria, cumplida con la reagrupación en pocas manos de las
antiguas haciendas azucareras de la Costa.
Informa el portal OtraMirada, (Ver El regreso del latifundio
en el Perú) :
Según el último Censo Agraropecuario (2012),
recogido y comentado en la Revista Agraria, el 65% de las tierras irrigadas de
la costa están controladas por una treintena de empresas agroindustriales. Ya
sea por la privatización de las antiguas cooperativas agrarias o por la
transferencia de tierras por subasta, grupos económicos como Gloria poseen un
territorio mayor a algunas regiones del país (79 728 ha.).
En efecto, con los proyectos
primigenios (San Lorenzo, Chira – Piura (I), Tinajones, Jequetepeque – Zaña) la
distribución de las tierras irrigadas se daba con criterios sociales,
favoreciendo al pequeño agricultor. Posteriormente, los proyectos concesionados
se “pagaban” con subasta de tierras, dispuestas con mucha anticipación y en
grandes lotes, lo que cerraba el paso a los pequeños agricultores. Por ejemplo,
el Grupo Gloria compró 15,000 hectáreas en un solo Proyecto (Olmos). Muchos grandes
capitales, premunidos con anticipación de la “información” necesaria, hicieron
en los últimos 25 años grandes ganancias comprando con anticipación los
terrenos a irrigar, dedicados luego a la agro - exportación de frutas y hortalizas.
Si bien es cierto que extensiones
amplias de terrenos agrícolas pueden generar convenientes economías de escala; no lo es en todos los casos; y en el caso de los mega fundos, el
exceso del tamaño no genera ventaja alguna (ver revista Ideele). Por el contrario, muchas
negociaciones pequeñas son muy eficientes, como se da en el caso del café. El
costo de esta política ha sido incrementar las brechas sociales, con todos los
males que esto apareja.
El Estado debe regresar a
gestionar directamente los proyectos como “Proyectos Especiales”, y reservar
una mayor parte de las nuevas tierras a los pequeños agricultores.
Vale
08 de Agosto de 2017
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