Es decir, nadie más, dentro del país o en el
exterior, podía limitar esa disposición o ejercicio de este poder que el
gobierno dispone a nombre de la nación.
La primera aplicación que hace Hamilton de
dicho poder, conceptuado en el artículo 3, sección 8 de la Constitución de EU,
es consolidar y atender la deuda contraída en la guerra revolucionaria por los
estados, sin recurrir a endeudamiento con bancos extranjeros, como lo hizo por
ejemplo América latina, sino asumiendo la deuda sobre la base de los ingresos
fiscales futuros. Este compromiso se hace bajo la confianza en que las mejoras
en la economía generadas por el nuevo crédito público sostendrían los ingresos públicos
y por ende la solvencia del gobierno en el futuro.
Pero Hamilton aseguro que el crédito publico
llegue a donde debía llegar con la creación en 1791 del primer banco Nacional (en la imagen, a la derecha).
Caso contrario, el crédito publico fuera
desviado hacia la especulación, o el fraude.
Históricamente, además del banco nacional, la tradición
hamiltoniana en los EU usó:
·
La emisión directa de papel moneda y su canalización
a la producción e infraestructura – ferrocarriles, en especial - por el
gobierno (green backs de Lincoln)
·
La creación de organismos especiales como la Comisión
Financiera para la Reconstrucción, con F. D. Roosevelt, para canalizar la
creación de dinero a la mejora de la economía en su conjunto, con los grandes
proyectos hidráulicos y energéticos, como los de la Autoridad del Valle del Tennessee,
o la construcción de carreteras y demás infraestructura, con lo que saco a los
EEUU de la Gran Depresión.
La posición contraria es la del sistema actual
de Reserva Federal, en el cual, con el argumento de la “autonomía” del ente
emisor, la banca privada usurpa la
potestad del gobierno (Estado) de crear dinero para su propio beneficio. En
efecto, en la actualidad, todo dinero nuero emitido va directamente a la banca
privada a exclusividad, con bajísimas tasas de interés, y esta la re direcciona
a sus propias actividades, mayormente especulativas, sobrecargando a toda la
sociedad con grandes intereses.
El Estado tiene aún la capacidad de pedirle
prestado dinero al público en general, en el mejor de los casos, y a la propia
banca, pero eso implica incrementar los gastos financieros del Estado y
aumentar así los ingresos de la banca.
En el Perú, aplicar una política hamiltoniana implicaría
cambiar la Ley del Banco Central de Reserva en lo que corresponde, cambiar
positivamente la política económica y darle la potestad correspondiente a la Corporación
Financiera de Desarrollo, COFIDE, que hasta hoy es solo un apéndice de la banca
privada, para financiar los corredores de desarrollo (ver en el centro de la imagen).
A nivel internacional, un ejemplo clásico del
enfoque hamiltoniano para nuestros días son las Cuatro Leyes propuestas por el finado economista norteamericano Lyndon H. LaRouche, que merecen nuestro atento
estudio.
Vale.
02/09/19
ESPERAR QUE NUESTROS GOBERNANTES(DE ESTIRPE NEOLIBERAL-CAPITALISTA), AL MENOS EN NUESTRO PAÍS, HAGAN LO QUE HIZO EN SU MOMENTO A. HAMILTON, ES COMO ANSIAR PERAS DEL OLMO. EN CRISTIANO ES UNA ILUSIÓN JAMÁS CUMPLIDA.
ResponderEliminarSe espera que el pueblo tome conciencia de que es necesario fortalecer al Estado en sus atribuciones. Soy optimista. El problema no es el capitalismo, sino el rentismo financiero de Londres u Eall Street
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